
La misteriosa figura de mármol blanco de una mujer en toga, con el bello detalle de sus sandalias, fue encontrada en medio de los restos de un acantilado en Israel que se derrumbó por la fuerza de los vientos y las olas.
Una estatua romana enterrada durante miles de años ha sido descubierta casualmente y por obra y gracia de las tormentas invernales que han azotado la costa de Israel esta semana, y que provocaron graves daños.
La estatua, sin cabeza y sin brazos, de un metro 22 centímetros de alto tiene un peso de casi 200 kilógramos.
El hallazgo se hizo en el antiguo puerto de Ashkelon, a unos 20 kilómetros al sur de Tel Aviv.
Sus orígenes se remontan a la ocupación romana de lo que fue el oeste de Judea, hace entre 1.800 y 2.000 años.
El increíble descubrimiento será puesto en exhibición en un museo
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